Leer entre líneas para vacunarse de cinismo

No hay asunto más complicado de entender que el que no quiere dejarse explicar. Alguien me dijo cuando empezaba en esto que lo más importante era leer entre líneas y saber deconstruir lo que se dice por ahí. ¿Tenemos que indignarnos o no con los futbolistas de élite, los que se pasean delante de nuestras narices con deportivos de 200.000 euros, por haber convocado una huelga para defender “sus derechos”?

Los estudiantes de periodismo y los ciudadanos que quieran entender qué hay detrás de lo que les cuentan tienen otro ejemplo de libro para atisbar lo complicado que es esto. Periodistas que atacan la huelga porque tienen cuentas pendientes con el presidente de la Federación Española de Fútbol, el oscuro Ángel María Villar; informadores que defienden la huelga y a los jugadores que la secundan porque viven de conocer y contar antes que nadie qué pasa en los vestuarios y para ello necesitan la colaboración de unos jugadores a los que no pueden enfadar con una crítica en público… a veces no es lo que se dice o defiende, sino el por qué se defiende.

Lo cierto es que, como en tantas otras cosas de la vida, aquí nadie tiene la razón absoluta. Y este tampoco es el caso más extremo de intoxicación informativa. La famosa guerra del fútbol, con clubes que no dejaban entrar las cámaras de determinados operadores a sus estadios, sólo era la punta del iceberg de la lucha intestina entre dos grupos mediáticos que pugnaban por ser el amigo más amigo del PSOE de Zapatero, sin que eso se llegara a explicar claramente para que lo entendieran la mayoría de los ciudadanos.

Que Villar es un tipo poco recomendable que lleva demasiado tiempo enredando con el dinero público que le llega al fútbol parece fuera de toda duda. Que al gobierno y la patronal de los clubes (la Liga Profesional) se les ha ido la mano en el ninguneo a la federación y al sindicato de los jugadores, con tal de comenzar a poner coto a determinadas prácticas, también parece obvio. Como lo es que los jugadores modestos tengan derecho a defender sus intereses y que los clubes digan, con razón, que el decreto que redistribuye los derechos televisivos es esencialmente razonable.  Otra cosa es la actuación de los futbolistas de élite en todo este sarao.

Hubo un tiempo en el que pude haberme dedicado al periodismo deportivo y acabé desechando la idea porque, cuando conoces de cerca la vida de los futbolistas, te das cuenta del poco nivel intelectual que tienen, de la banalidad que rodea a ese mundo, de lo ridículamente pretenciosa que es la importancia que, entre todos, le damos a ese circo de la pelota. Luego me dediqué al periodismo parlamentario y comprobé que conocer de cerca a los políticos tampoco es edificante. Sin embargo, ya se me hacía más tarde para cambiar de rumbo… El caso es que el instinto primario nos lleva a indignarnos con unos tipos que cobran un pastizal y que normalmente no han movido un dedo por los compañeros modestos que se quedaban sin cobrar en sus clubes igualmente modestos.

Las “estrellas” se mueven ahora y sólo ahora porque Hacienda se ha puesto seria con las empresas que utilizan para pagar menos por sus derechos de imagen o el pago que hacen a sus representantes. Estaban acostumbrados a que eso formara parte “del acuerdo”, pero las cosas están cambiando para todos. Los políticos están que no les llega la camisa al cuerpo, los pequeños empresarios que tienen una pyme, los autónomos y los trabajadores por cuenta ajena hace tiempo que saben que no se les puede escapar una coma porque les crujen. ¿Entonces por qué ellos pretenden tener el privilegio de que no se les atosigue?

En este país hay una ley vergonzosa que permite a las estrellas del fútbol pagar menos, con la excusa de “atraer el talento de fuera”. Que los investigadores y los profesionales con talento en otros campos verdaderamente importantes para la sociedad tengan que coger la maleta sin que se les haga a ellos una ley así, que a los autónomos se les obligue a pagar la cuota por una actividad que no saben si funcionará, mientras aquí llegan los Messis y Cristianos a cobrar barbaridades de clubes que no están al día con Hacienda, como sí tenemos que estar el resto de mortales, es una jodida vergüenza. Aquí y en Pernambuco. Las estrellas que ayer se sentaron detrás de Rubiales, otro personaje oscuro del fútbol, de los que van vociferando con el móvil por los aeropuertos dándose importancia, nos dirán que eso no es así y que sólo miran por el interés de sus “colegas más modestos”. Como frase está muy bien, pero en esto, como en todo, hay que saber leer entre líneas.