Un futuro de abuelos tatuados y solitarios

Va a ser verdad que comer pescado y arroz es bueno para la salud. Por primera vez en la historia, los ancianos japoneses de más de 80 años han superado la cifra de 10 millones de personas. Para que te hagas una idea, hay más japoneses octogenarios que gente de todas las edades viviendo en Andalucía, Cataluña o Madrid. Vale que los japos son siempre un caso extremo para todo, pero, en esta ocasión, nos están anunciando fielmente lo que se nos viene encima en las sociedades avanzadas.

Drauzio_Varella_fraseMientras nos enredamos con independizar pequeñas regiones para replicar en nuevos estados las mismas estructuras que no nos gustan de los actuales, mientras debatimos si cerrar o no las puertas a los refugiados que necesitan nuestra ayuda en un momento puntual, nos estamos olvidando de lo que realmente nos hará perder nuestro nivel de vida. Lo que de verdad nos va a hacer pupa a la vuelta de la esquina. Una sociedad de ancianos, a mantener por una minoría de jóvenes, es inviable. Los jóvenes quedarán asfixiados por los impuestos destinados a mantener las pensiones y servicios sociales requeridos por sus compatriotas de mayor edad. Y los ancianos, que obligarán a los jóvenes a seguir pagando a través de la fuerza tan demográfica como democrática de sus votos, comprobarán irremediablemente que esos impuestos nunca serán suficientes para cubrir de forma digna sus crecientes necesidades. Si ya no entendemos esto, que es la pura cuenta de la vieja, si no dedicamos tiempo en el Congreso de los Diputados o los medios de comunicación al fomento de la natalidad, difícilmente nos vamos a poner exquisitos para entender que la calidad de vida de los ancianos del futuro será igualmente un tema capital dentro de muy poco.

Sin ir más lejos, hoy es el día internacional contra el Alzheimer, una de esas pintiparadas ocasiones para que los periodistas nos pongamos estupendos. Hablamos, entrevistamos, ¿profundizamos? sobre una cuestión con la que nos podemos dramáticos para, al día siguiente, olvidarnos de ella. Parece una paradoja o un juego de palabras, pero es la realidad: nos olvidamos del Alzheimer. Cualquiera que tenga a una persona mayor a su cargo o en su entorno familiar sabe que los abuelos se vuelven inseguros y suelen refugiarse en la rutina para pasar el día. Pues, precisamente, los investigadores aseguran que una de las claves para mantener sana una mente y retrasar enfermedades neurodegenerativas consiste en fomentar una mente activa y cultivar una filosofía vital que nos lleve a salir continuamente de nuestra zona de confort. ¿Estamos trabajando lo suficiente en esa línea?

Desgraciadamente, por mucho que la gente haga más deporte que antes o esté más concienciada con la alimentación, seguimos sin estar mentalizados de cara a la sociedad que nos espera. Pero lo peor es que ni siquiera nos molestamos en invertir lo suficiente para paliar las enfermedades que, aunque sólo sea por el número de personas al que afectará, van a convertirse en cuestión de Estado. Nos espera un futuro nunca visto de abuelos tatuados, divorciados, criados plenamente en una sociedad consumista, donde la frustración aparejada a la senectud y la soledad será un problema de primer orden. El que mejor lo expresó fue el oncólogo brasileño y premio Nobel de Medicina Drauzio Varella: “En el mundo actual se está invirtiendo cinco veces más en medicamentos para la virilidad masculina y silicona para mujeres que en la cura del Alzheimer. De aquí a algunos años, tendremos viejas de tetas grandes y viejos con pene duro, pero ninguno de ellos se acordará para que sirven”.

Sólo la mente privilegiada de un premio Nobel podría expresar algo tan serio de una forma tan llana. Desgraciadamente, tampoco somos de prestar demasiada atención a lo que dicen los premios Nobel. De vez en cuando un viral recupera sus frases míticas para que las leamos en el móvil y pasemos inmediatamente a otra cosa. Demasiadas prisas y demasiado olvido.