Las verdaderas primarias

Las bases. Hay que consultar a las bases. No hay nada más demócrata que consultar a las bases. Ni más cómodo tampoco. Consultar a la militancia alivia de responsabilidad a las cabezas pensantes. Hay que estrujarse menos la sesera y, en caso de que las bases se equivoquen, la culpa es de ellas. En una oficina, la bases podrían ser los trabajadores dirigidos por un jefe ignorante y arrogante. La consulta podría poner en su sitio al cretino dirigente y dar paso a una organización más eficiente y justa. En cambio, en una viaje familiar por carretera, las bases bien podrían ser los niños. ¿Paramos cada cinco minutos o cada dos horas? ¿Abrimos la chocolatina ahora, aun a riesgo de pringar todo el coche, o nos esperamos a la parada para comer, y bajo la condición de habérselo comido todo?

Las bases pueden ser muy puñeteras. Lo mismo aciertan, pero también pudiera ser que se emperren en una decisión más tomada con los intestinos que con la cabeza. Anda un sector de la izquierda muy indignado porque los pesos pesados del PSOE han descabalgado a Pedro Sánchez a tiempo de evitar una consulta a las bases. “¿Qué puede haber más demócrata que preguntar a cuanta más gente mejor?” “¡Golpe de Estado!”, se ha escuchado estos días tras el atrincheramiento de Ferraz.

Sánchez tenía motivos para pensar que la jugada le podía salir bien. A los españoles, da igual la época o la ideología, siempre se nos ha dado bien resistir contra viento y marea. Y cuanto más precarias sean las condiciones y más épica haya que echarle al asunto, mejor. Ahí está la resistencia de Numancia o los últimos de Baler, cuya terquedad a la hora de asumir que el Imperio Español había terminado impresionó tanto a los rebeldes filipinos, que les dejaron salir de la Iglesia donde se habían atrincherado durante un año desfilando con honores militares.

comite_socialistaEl problema es que la terquedad no siempre es lo más saludable. Para empezar, hay que cuestionar que lo hecho por Felipe González y compañía sea un golpe de Estado, entendido éste como algo ilegal o tramposo, impuesto por la fuerza bruta. Los estatutos del partido recogían la posibilidad de las dimisiones de la Ejecutiva, luego la jugada está dentro de la estricta legalidad. Además, la sublimación de la militancia que se está haciendo estos días daría para un ensayo sociológico. Sólo hay que ver la fauna que se apostó en Ferraz durante la celebración del famoso Comité Federal. Insultos, empujones, burlas a Eduardo Madina por la cojera que le dejó un atentado de ETA… Está claro que no todos los militantes del PSOE son así, pero entre ellos también hay, y así se comprobó, gente sectaria, que sólo sabe ir por la vida con el carnet entre los dientes, negando el pan y la sal al adversario, siempre identificado como “enemigo” a secas. Así es muy difícil construir.

A todo esto, a la fiesta se sumaron simpatizantes de otros partidos, supuestos defensores de la “nueva política”… Gente dada también al cainismo e incapaz de entender que dejarlo todo en manos de la militancia del PSOE suponía levantar un gran monumento a la “partitocracia”, esa que, en teoría, tanto odia la “nueva política”. Porque el hecho de que doscientos mil individuos (en esa cifra se mueven los militantes del PSOE) pudieran bloquear a un país de 45 millones, aprovechando los subterfugios que brinda nuestro sistema en caso de resultados electorales enrevesados, sería pura partitocracia.

Los pesos pesados del PSOE, con sus muchos claroscuros, han dado un paso al frente para evitar algo que se estaba cocinando y que era totalmente disparatado: que su partido gobernarse España contra prácticamente la mitad del cuerpo electoral (eso es la suma de PP y Ciudadanos) y con la ayuda de quienes quieren desmembrar el país. Algo así como poner de agente forestal a un pirómano. Ahora se verá si el PP tiene grandeza para no hacer leña del árbol caído y humillar a un partido que queda desprotegido ante la posibilidad de unas terceras elecciones. Los populares no deberían sonreír mucho porque lo que tienen por delante, sea lo que sea, no va a ser fácil. Lo que salga de esta legislatura no deberá ser lo que quiera el PP ni lo que quiera el PSOE, sino una mezcla de las principales fuerzas, porque eso es lo que han votado, por dos ocasiones, los ciudadanos. Las urnas en las que votan todos los españoles son las verdaderas y únicas primarias a las que habría que atender. Llevamos más de nueve meses y un aquelarre socialista para entender algo tan sencillo.