Trabajando con Herrera

Hay cosas que no se pueden explicar. Simplemente hay que vivirlas para saber lo que son. Y hay cosas que no se compran ni se venden. O las tienes o no las tienes. ¿Cómo explicar lo que siente uno la mañana que comienza a trabajar para el tipo al que lleva escuchando desde el instituto, casi a escondidas, mientras otros se dedicaban a jugar a fútbol? ¿Cómo explicar la perplejidad que te embarga cuando ves a alguien capaz de, a partir de un mismo texto escrito, improvisar cuatro arranques diferentes, cada uno con su toque y su temple.

Te podrá gustar más o menos, te hará gracia su deje andaluz o estarás más hecho a la sobriedad norteña, coincidirás con su lectura de los asuntos políticos o estarás instalado en otros matices, pero lo que nadie puede negar es que ver trabajar a Carlos Herrera en directo es un espectáculo y una escuela de radio. Los hay que se ponen delante de un micrófono como algo excepcional, también los hay que se sientan delante con la frialdad del que está en una cadena de montaje, y luego los hay que llevan tantas horas de vuelo, que parecen relajarse y encontrar la cotidianidad cuando el piloto rojo se enciende. Es a partir de ese momento que empieza la magia.

herrera_primerprogramaTodo nace y se propaga desde la estudiada penumbra del estudio para empapar a los presentes de una atmósfera íntima, casi de mesa camilla. Afuera, en la redacción, donde la luz sí ilumina sin miramientos, un equipo de profesionales, curtidos en mil batallas, se pelea a machetazos con teletipos y titulares, con la ilusión del principiante y la tranquilidad de comprobar que el radiofonista relojero va gestionando y limando el carbón que le llega a la sala de máquinas sin que se atisbe ninguna hipotética contrariedad. Entre tanto, van llegando al estudio, medio tímidos, como pidiendo permiso, compañeros que ese día madrugan voluntariamente porque, pudiendo escuchar por la radio lo que va a suceder, prefieren verlo con sus propios ojos.

La mañana avanza y una productora nómada llora discretamente cuando escucha la sintonía original de la casa, recuperada tras muchos años de periplo por otras radios. El primer día siempre debe dejar huella y, de pronto, todo el equipo se queda con la boca abierta porque los que manejan la barca se han callado hasta el último segundo, traviesos, una entrevista pactada con el Rey Juan Carlos, en la que el monarca se relaja y habla como lo haría cualquiera de nosotros. Un Rey hablando prácticamente como un fósforo, legión de locos por la radio que revientan el streaming, mientras la agenda se llena de políticos y personajes de la vida pública que se ofrecen para entrar en ese pequeño universo radiofónico que ha echado a andar un primer día de septiembre tras una larga cuenta atrás. El año será largo, pero nos ofrecerá enseñanzas y experiencias como nunca. El que quiera apuntarse será bienvenido. Herrera ya está en COPE y algunos privilegiados vamos enrolados en el barco. Esto promete.